EL ESPACIO COMO DESTILADOR DEL ALMA.
Todo culto tiene como fin alcanzar una purificación del espíritu de los individuos, sea a través de métodos distintos, la finalidad especifica esgrima hacia liberación espiritual. Teniendo en cuenta esto, hemos denominado al espacio a crear como “EL DESTILADOR”.Una membrana cernedora en donde los devotos al entrar, su alma empieza a buscar el paso a través de ese filtro. Sin embargo no todos alcanzan a pasar. A pesar de su perenne devoción hay ocasiones en donde lo impuro lo arraiga a su cuerpo elidiendo su paso; allí el cernidor se expande y se contrae produciendo fluctuaciones discordantes dentro de ese espacio flexible.Este es un lugar, mas que físico, psicológico porque concentrará la simbología que cada individuo posee de su culto. Por eso en este espacio, que no esta diseñado para un solo culto, la simbología física, la imaginería, es escindida para volcar toda la atención a la búsqueda de una conexión esotérica e intima entre individuo y universo o divinidad. Un espacio donde los individuos dejan de ser una materia corporal y terrenal para convertirse en el símbolo TEMPORAL de su religión. De allí que el objeto arquitectónico se convierte en “NO SÍMBOLO” adquiriendo todo su significado efímero dependiendo de quienes se congregan.
